12.3.12

EL SEGUNDO CEREBRO

Hola a todos, aqui os dejo un par de articulos en los que se explica porque para algunos investigadores, el estómago es considerado como el segundo cerebro. Esto es debido al sistema nervioso entérico, que no es otra cosa que una parte del sistema nervioso, que funciona independiente del cerebro de la cabeza. Esto es muy interesante, entre otras cosas, porque explica las sensaciones tipo "punzada" o "nudo" en el estómago, que provocan a veces las situaciones emocionales intensas, ya que en las tripas existen los mismos neurotransmisores (sustancias quimicas que se producen en las reacciones emocionales ) que en el cerebro cefálico. Culturas ancestrales como la japonesa, ya lo sabían, e incluso anteponian las tripas a la cabeza. Por eso cuando un samurai perdía su honor, lo unico que le quedaba era el Hara (vientre) kiri (corte), porque para ellos el hara era considerado la parte mas importante de su cuerpo.
 El primer artículo es de la "muy interesante" y el segundo, del diario argentino "Clarín". Espero que os guste.

NUESTRO SEGUNDO CEREBRO.
Tenemos dos cerebros : Uno en la cabeza y otro oculto en nuestras entrañas. Los neurólogos han hallado que este último es capaz de recordar, ponerse  nervioso y dominar a su colega más noble.
Hace 4.500 años, los eruditos egipcios situaban en la parte más prosaica de nuestro organismo con  intestinos inquietos y pestilentes, la sede de nuestras emociones. En el Papiro Smith, por ejemplo, ya puede leerse que el estómago es la desembocadura del corazón, el órgano donde se localiza  " el pensamiento y el sentimiento ". De este modo, cualquier alteración en la mente cardíaca se refleja indefectiblemenente en el aparato digestivo. 
Durante siglos, los galenos prestaron más atención al vientre que al cerebro, órgano al se le artribuía el cometido menor de ventilar la sangre. En todas las culturas antiguas y modernas se ha tenido la conciencia, al menos popular, de que nuestras tripas son capaces de experimentar emociones. Al recibir una buena noticia, un cosquilleo placentero invade  el estómago, como si en su interior revolotearan  mariposas. Por el contrario, las situaciones de tensión, miedo ó aflición hacen que el estómago se encoja. La repulsión a algo ó a alguien puede llegar a producir el vómito.
Este mar de sensaciones estomacales empieza ahora a encontrar una explicación dentro de los límites de la ciencia. Fruto de décadas de trabajao, los científicos están en condiciones de afirmar que, por inaudito que parezca, en el tracto intestinal se aloja un segundo cerebro muy similar al que tenemos en la cabeza. Efectivamente, el tubo digestivo está literalmente tapizado por más de 100 millones de células nerviosas, casi exactamente igual que la cifra existente en toda la médula espinal, estructura que junto con al encéfalo, cerebro, cerebelo y tronco encefálico, forman  el denominado sistema nervioso central (SNC). Desde el punto de vista  estructural , los neurólogos dividìan el sistema nervioso en dos componetes, el central y el periférico.

Las neuronas de la tripa no sólo controlan la digestión.

A su vez, los elementos nerviosos dedicados a las funciones motoras se carcaterizan en una división somática, que inerva los musculos esqueléticos, y una division autónoma, que une los llmados musculos lisos, el músculo cardiaco y las glándulas. Hasta hace poco, los expertos incluían el cerebro del estómago dentro del sistema nervioso central (SNP). " Pensábamos que el aparato gastrointestinal era un tubo hueco con reflejos simples. A nadie se le ocurrió contar las fibras nerviosas que lo recorren, confiesa David Wingate, profesor de la Universidad de Londres. 
El aparato gastro intestinal, como es sabido, tiene un cometido de aportar al organismo un suministro continuo de agua, electrolitos, y elementos nutritivos. Todas estas tareas está supervisadas por el cerebro abdominal , tambien conocido como sistema nervioso entérico ( SNE). Pero su cometido, va más allá de allá que el de supervisar los ya por sí solos complejos digestivos. Al igual que el recluido en las paredes craneales, el cerebro entérico produce sustancias  psicoactivas que influyen en el estado de ánimo, como los neuro transmisores serotonina u dopamina, así como otras sustancias que modulan el dolor.
Un hallazgo sensacional.
Michael Gershon, de la Universidad de Columbia, en Nueva York, es el descubridor del segundo cerebro. Este científico demostró que el 95 por 100 de la seratonina corporal, neurotransmisor que influye en el estado de ánimo, es producida por el cerebro entérico.
Puede leerse en el libro , EL segundo cerebro , de Michaell D. Gershon, jefe del Departamento de Anatomía y Biología celular de la Universidad de Columbia, en Nueva York." Hasta la fecha, los científicos han identificado mas de una treintena de sustancias transmidoras liberadas por las terminaciones nerviosas ó oxomas de los distintos tipos de neuronas gastroinstestinales, que no son pocos." La multiplicidad de neurotransmisores en los intestinos- añade- sugiere que el leguaje hablado por las células  del sistema nerviosos abdominal es tan rico y complejo como el del cerebro".
Una conexión entre la psique y el estómago.

" Hace unos años, muchos de mis colegas se hubieran mofado si  hubiese mencionadoque existe manifiesta  conexión entre la psique y el cerebro entérico", confiesa  Emeran Mayer, profesor de la Universidad de California en los Angeles. Pero la realidad  es que en nuestro vientre, ese pequeño cerebro tiene las   facultad de operar de forma autónoma . Contacta con el cerebro principal a traves de diferentes fibras nerviosas, como los nervios vagos que mueren en el bulbo raquídeo- El cerebro entérico recibe información de la cabeza, pero nadie le dicta cómo trabajar.Hay un gran flujo de mensajes del vientre a la cabeza. Todas estas peculiaridades  hacen del sistema nervioso entérico, un lugar independiente de integración y procesamiento neuronal. Esto le convierte en un segundo cerebro. El sistema nervioso entérico, jamás comprondrá silogismos, escribirá poesía ó abordará el diálogo socrático, pero a pesar de ello es un cerebro ,  dice el profesor Gershon, y añade " Descartes formuló su máxima  Pienso luego existo"  , pero lo hizo por sus intestinos se lo permitieron".
Es capaz de sufrir sus propias neurosis.
El hecho de que el Sistema nervioso entérico trabaje por su propia cuenta  hace que los científicos consideren la posiblidad de que también pueda memorizar ciertas emociones, sufrir estrés y tener sus propias psiconeurosis.
¿Pero qué necesidad hay de tener dos cerebros? Los científicos opinan que se trata de una adaptación evolutiva . cuando nuestros predecesores emergieron  del cieno y adquirieron una espina dorsal, desarrollaron un cerebro en la cabeza y un estómago con una mente propia. El cerebro principal delegó  las funciones digestivas al segundo cerebro, para ocuparse en  de otros menesteres , externos como la caza, la defensa y la creación   de la familia.
                                                                                                          De la Revista MUY INTERESANTE
                                                                                                           Núm. 240. Mayo 2001
Un nudo en el estómago...
UN “SEGUNDO CEREBRO” FUNCIONA EN LA PANZA Y DICEN QUE REGULA EMOCIONES
 SU RED NEURONAL NO ELABORA PENSAMIENTOS, PERO INFLUYE EN EL ESTADO DE ÁNIMO Y HASTA EN EL SUEÑO. 
Que se use la palabra “entripado” para referirse a un enojo podría no ser del todo metafórico. Y que el estómago “se cierre” en una situación estresante o que parezca poblado de mariposas ante el amor también tendría una explicación científica. El aparato digestivo está tapizado por una red de neuronas (celulas nerviosas) de tan amplio alcance que algunos científicos la han denominado “segundo cerebro”. Y ese cerebro, según estudios científicos recientes, influye en nuestro estado de ánimo, carácter y hasta en el ritmo de sueño.
Michael Gershon, investigador de la Universidad de Columbia, en los Estados Unidos, y autor de El segundo cerebro ( The Second Brain ), un libro de referencia en las investigaciones sobre el tema, explica que, conocido técnicamente como sistema nervioso entérico, el segundo cerebro está compuesto por capas de neuronas ubicadas en las paredes del tubo intestinal, y que contiene unos 100 millones de neuronas.
El pequeño cerebro que tenemos en las entrañas funciona en conexión con el grande, el del cráneo, y en parte determina nuestro estado mental y tiene un papel clave en determinadas enfermedades que afectan otras partes del organismo. Además de neuronas, en el aparato digestivo están presentes todos los tipos de neurotransmisores que existen en el cerebro. De hecho, el 95 por ciento de la serotonina, unos de los neurotransmisores más importantes del cuerpo, se encuentra en el intestino.
Sin embargo, aunque su influencia es amplia, se deben evitar confusiones: el segundo cerebro no es sede de pensamientos conscientes ni de toma de decisiones . Como puede leerse en una nota publicada por la revista de divulgación científica Scientific American , gran parte de la potencia neurológica del segundo cerebro se concentra en la ardua tarea diaria de la digestión.
Emeran Mayer, profesor de Fisiología, Psiquiatría y Ciencias del Biocomportamiento de la Universidad de California, le dijo a esa publicación que una gran parte de nuestras emociones probablemente se vea influida por los “nervios de los intestinos”. En el mismo sentido, Gershon afirma que el bienestar emocional cotidiano quizá también dependa de mensajes que el cerebro intestinal envía al craneano.
Guido Iantorno, jefe de la Unidad de Motilidad Digestiva del Hospital Bonorino Udaondo, le explicó a Clarín que, aunque de modo indirecto, a través del eje cerebrointestinal, el sistema nervioso entérico puede influir en situaciones emocionales y en otros síntomas como la hipersensibilidad al dolor.
Cuenta Iantorno que mediante tomografías computadas por emisión de positrones pudo comprobarse que, ante un estímulo en el intestino, en las personas con afecciones funcionales del aparato digestivo reacciona un sector del cerebro diferente del que reacciona en personas sanas. “Esto significa que la corteza cerebral responde de diferente modo si se padece, por ejemplo, el síndrome de colon irritable”, dice Iantorno.
Algunos científicos piensan que en un futuro, algunos padecimientos intestinales podrían tratarse con terapias aplicadas a nivel neuronal. De hecho, el síndrome de colon irritable en parte deriva de un exceso de serotonina en el intestino, y quizá podría ser considerado una “enfermedad mental” del segundo cerebro.
Los trabajos de Mayer con el sistema nervioso del intestino lo han llevado a pensar que, en los próximos años, la psiquiatría tendrá que ampliar su alcance para tratar el segundo cerebro además del que está sobre los hombros.
Consultado por Clarín vía correo electrónico, el científico Michael Gershon contó que ahora se sabe además que en el intestino hay células madre adultas que pueden reemplazar a las neuronas que mueren o son destruidas.
Además, afirmó Gershon: “El sistema nervioso entérico le habla al cerebro y este le responde. El intestino puede afectar el humor, y la estimulación del nervio principal que conecta al cerebro con el intestino (el vago) puede ayudar a aliviar la depresión, y es usado para tratar la epilepsia”.
Para Gershon, el segundo cerebro tiene un papel en la mayoría de las cosas que enferman al intestino , desde el síndrome de colon irritable hasta las enfermedades relacionadas con la inflamación del intestino. “Uno no puede vivir sin su sistema nervioso entérico.
Hasta la constipación de la tercera edad es un problema del segundo cerebro.
Necesitamos saber más sobre él para tener mayor información sobre cómo abordar muchos de los males más comunes de la humanidad”, le dijo el experto a Clarín .


Con el “segundo cerebro”, aparecieron nuevos campos científicos. Uno de ellos es el de la neurogastroenterología, que probablemente permita conocerlo a fondo. Y también se insinúa la psicogastroenterología. Sobre ella, Ezequiel Gleichgerrcht, investigador del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco) le dijo a Clarín que si bien como disciplina requiere aún acumular muchísima más evidencia consistente y desarrollar métodos más sólidos, se sabe hoy que algunas señales del sistema entérico llegan de manera directa a estructuras de nuestro cerebro que tienen un importante rol en las emociones. “Asimismo –agregó el científico–, algunas personas que sufren trastornos gástricos desarrollan síntomas psiquiátricos. Y, de manera inversa, se sabe que algunas patologías psiquiátricas y neurológicas tienen una mayor incidencia de trastornos del tracto digestivo que en la población normal. Toda esta evidencia demuestra que poder abordar aspectos psicológicos y conductuales en simultáneo con medidas de la fisiología y la actividad gástrica es importante”.

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