Un beso
implica bastante más que un simple contacto entre dos labios. Algo que siempre
han sabido los enamorados, ahora se ha demostrado científicamente. Según
muestra un estudio llevado a cabo por la Universidad de Albany, llamado“La Psicología del Beso”, que
fue portada del ‘Scientific American Mind‘ allá por Marzo. Dicho estudio
muestra que el beso es, ante todo, un intercambio de información que puede
revelar en pocos segundos si somos genéticamente compatibles con nuestra
pareja, o si por el contrario hay que proseguir con la búsqueda de nuestra pareja
ideal.
Los encargados de tan carnosa investigación han sido los psicólogos Gordon Gallup, Susan Hughes y Marissa Harrison, y ha servido para replantear todo lo que hasta ahora sabíamos sobre el contacto boca a boca. Dicho estudio revela que cuando dos personas se besan, se está produciendo un complejo intercambio de señales químicas. Ese contacto puede activar mecanismos inconscientes que actúan para evaluar nuestra compatibilidad genética o nuestra viabilidad reproductiva con la persona que estamos besando. “Hay muchas fuerzas que pueden conectar románticamente a dos personas, pero un beso, y sobre todo el primer beso, puede romper fácilmente el vínculo», admite Gordon Gallup.
Así se
explica, en su opinión, el rechazo repentino que mucha gente experimenta tras
la primera descarga a la altura de los labios. Las neuronas sensoriales entran
en acción y los mensajes bombardean el cerebro en unos instantes que serán
decisivos. La experiencia es similar en los hombres y en las mujeres, aunque
ambos valoren de distinta manera el hecho de besarse.
La
diferencia de géneros también se aprecia en la forma de besar. «Ellos son más
dados a besar con la boca abierta y a iniciar el contacto con la lengua»,
advierte Gallup, que apunta una posible razón biológica: la presencia de
testosterona en la saliva de los hombres, «que suministrada por un período
suficientemente largo puede afectar a la libido femenina».
Otro
reciente estudio, elaborado por la psicóloga Wendy L. Hill de la
Universidad Lafayette, ha revelado que los besos liberan mucha mayor cantidad
de oxitocina, una hormona que potencia el vínculo emocional en los hombres que
en las mujeres. Moraleja: ellas necesitan más que un beso para sentirse
«conectadas».
Orígenes
del beso como muestra de amor
«Antes de
que existieran los pasapurés y la comida para bebés, las madres masticaban y
transferían pequeñas cantidades de alimento a sus hijos», recuerda el psicólogo
Gordon Gallup. «Lo que hoy llamamos beso, y que es un acto definitorio de la
conducta humana y de otras especies altamente evolucionadas, puede haber tenido
su origen en esa forma primitiva de alimentación». De alguna manera, ese beso
protoparental acabó evolucionando hasta convertirse en parte del ritual de galanteo
entre machos y hembras. Y también como muestra de afecto –o pasión– entre los
miembros de un clan o una familia.
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