Un grupo de científicos en torno al español Francisco
Pan-Montojo ha confirmado la relación directa entre la exposición crónica a
pesticidas y el Parkinson, y la proteína implicada en la progresión de la
enfermedad, según un estudio que publica hoy la revista «Scientific Reports».
«Hemos descubierto el mecanismo con el cual los
pesticidas inducen la propagación y el inicio de la patología de Parkinson
en ratones», explica el neurocientífico a Efe.
En este artículo, los expertos confirman su hipótesis de que
«la exposición crónica a pesticidas actuando sobre el intestino, sin
necesidad de pasar a sangre, inicia la enfermedad de Parkinson que se transmite
a través de los nervios que conectan el intestino al cerebro hasta afectar a la
sustancia negra».
Ese es el «momento en el cual comienzan los síntomas motores
(temblor, alteración de la postura y demás) que son característicos de la
enfermedad». «Además, hemos identificado la proteína que, saltando de una
neurona a la siguiente, podría ser la responsable de esta propagación», asegura
a Efe.
En un estudio publicado en la revista científica «Plos One»
en 2010 demostró que «la patología existía, pero no por qué existía». Ahora,
los científicos han logrado determinar que los pesticidas «aumentan la
secreción de (la proteína) alfa-sinucleína, una alfa-sinucleína que está
normalmente modificada por parte de las neuronas entéricas».
Según el científico gallego, «esa alfa-sinucleína que sale
al exterior de las células puede ser tomada por la neurona que está conectada
con esta célula, con esta neurona del sistema nervioso del intestino».
Haber identificado la implicación de la alfa-sinucleína en
la enfermedad de Parkinson supone «un paso más para darle más protagonismo si
cabe a esa proteína». «Lo que hemos descubierto es que es modificada en estas
células de forma anómala, empieza a ser secretada al exterior de la célula, y
entonces es transportada hasta la siguiente célula, que es la que conecta con
el sistema nervioso central», explica Pan-Montojo.
Este descubrimiento puede contribuir a «desarrollar mejores
test in vitro para ver la efectividad de determinados fármacos, para la
prevención de que progrese la enfermedad", a "diseñar fármacos que
inhiban que la alfa-sinucleína agregue y se malforme como pasa cuando está
expuesta a pesticidas".
«Creo que es un paso más para que los políticos y la
sociedad sean conscientes de los problemas que dan los pesticidas», subrayó.
Según el científico, «quizás sea el momento de intentar
utilizar pesticidas que no induzcan estos problemas en las células
entéricas, o sea, en las células del intestino, para que las neuronas del
intestino no secreten esa sustancia».
Durante los últimos meses, según el experto, «se ha
demostrado que la alfa-sinucleína sale de las células y que se puede
transportar en las células, y eso demostraba lo que se veía, que la enfermedad
progresaba».
«Ahora, el hecho de que los pesticidas sean los que inicien
esa primera salida de la alfa-sinucleína de las células, de las neuronas, y que
después sea transportada a la siguiente y que eso de alguna forma modifique la
neurona a la que llega, a la que vuelve a secretar, etc. Eso es la primera
vez que se ve», subraya.
El grupo de científicos ha observado en ratones que al
extirpar uno de los nervios vagos, el simpático, el que está conectado a la
médula espinal, se retrasa la aparición del Parkinson, de los síntomas motores.
«Esto es otra forma de demostrar que la alfa-sinucleína es
la que se encarga. Es la primera vez también que se demuestra que cuando uno
corta la comunicación, por lo menos las estructuras que estaban anteriormente
conectadas y ya no lo están, no están afectadas cuando se trata a los ratones
con pesticidas», dice.
Para el científico, esto «verifica que sólo con que el
pesticida (en este caso rotenona) actúe sobre el intestino, ya no hace falta
que llegue a la sangre ni nada, sino que sólo actuando en el intestino ya hace que
se detone todo el proceso».
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